En estos momentos en que la prioridad en la vida es cuidar la salud y evitar el aumento de contagios de COVID-19, se nos presenta un panorama lleno de grandes preguntas en todos los aspectos de la vida. ¿Cómo cuidar nuestra salud física y mental?, ¿cómo tener una sana convivencia en casa?, ¿cómo mantenernos activos?, ¿cómo continuar en la mayor medida posible con las actividades laborales?, ¿cómo seguir con la educación de los niños y jóvenes?, entre muchas otras.
En este artículo me gustaría abordar el reto que se presenta para las escuelas acerca de cómo continuar acompañando la educación de los niños y jóvenes, ahora desde casa. Al respecto, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) menciona: “La pandemia del COVID- 19 plantea un desafío sin precedentes para la educación. Hasta el momento, más de cien países han tomado la decisión de cerrar temporalmente sus escuelas para evitar la propagación del coronavirus, afectando a 850 millones de alumnos. La intención es que los niños y adolescentes continúen estudiando en sus casas para no interrumpir su aprendizaje.”1
Para las escuelas, esto representa un reto enorme, ante el que veo la posibilidad de tomar una de dos posturas:
- Tomar el camino que plantea la ONU, echar a andar la imaginación y la creatividad para reinventarse y mantenerse cerca de las familias a quienes acompañan y aportar valor en momentos sumamente complejos.
- Ante la gran magnitud de este reto, tirar la toalla y pausar por un tiempo (que en realidad no sabremos cuánto durará) su labor de acompañamiento en la educación de los niños y jóvenes, esto con el riesgo de perder vigencia ante un panorama cuyo desenlace no sabemos del todo cuándo llegará.
¿Por qué como escuelas no podemos detenernos en estos momentos tan complejos para nuestra sociedad?
Primero que nada, no sabemos a ciencia cierta cuándo regresaremos a las aulas de forma normal, lo cual nos lleva a pensar que no podemos simplemente darnos el lujo de desconectarnos de las familias con que trabajamos. Nuestros alumnos requieren seguir aprendiendo y desarrollando habilidades para la vida. Asimismo, hoy en día la tecnología nos permite dar continuidad a nuestros programas académicos de manera remota.
El continuar con nuestra labor educativa, aún de manera remota, significa seguir favoreciendo el desarrollo académico y de habilidades de nuestros estudiantes, así como el ayudar a que se mantengan ocupados. Esto, mediante actividades para realizar en casa (ayudando a su bienestar físico y mental, ya que hasta la clase de educación física se puede dar vía remota) y, sobre todo, mantener una conexión social con sus profesores y compañeros. Esta última cuestión es muy necesaria y hace mucho bien a las personas en momentos de aislamiento social.
Desde los puntos antes mencionados, me parece que no es opcional la labor de la escuela en estos momentos complejos, es una obligación y una responsabilidad hacia aquellos que
han apostado por nuestros servicios y a quienes, sin duda, podemos seguir sirviendo para poder vivir con un mayor bienestar esta realidad de aislamiento social en que nos encontramos.
¿Cómo seguir como escuelas con la educación de los niños y jóvenes?
La tecnología nos brinda hoy la gran oportunidad de convertir nuestras aulas en un campus digital, donde alumnos de todas las edades (desde maternal hasta posgrado), puedan desarrollar actividades con un impacto positivo en su crecimiento y formación tanto académica como física, emocional, social y de capacitación para la vida.
Entre más pequeños los alumnos, la participación de los padres en las actividades de sus hijos requiere mayor presencia y apoyo. Esto, como mediadores entra las tareas que asigna la escuela y el que sus hijos las lleven a cabo. En tanto los alumnos son mayores, el papel de los padres toma tientes de acompañamiento y seguimiento en colaboración con la escuela.
Existen actualmente infinidad de herramientas tecnológicas que nos permiten gestionar el aula en línea (LMS), muchas de ellas gratuitas. Éstas permiten la asignación de actividades, revisión y retroalimentación de las mismas, e incluso mantener una comunicación eficaz con los alumnos y sus padres. Asimismo, existen millones de herramientas / Tecnologías de Información y Comunicación (TICs) que nos pueden ayudar a que nuestras clases o actividades virtuales sean más creativas y significativas, y llevar así propuestas de contenido y didáctica significativas para los alumnos en casa.
En conclusión, considero que en estos momentos difíciles para nuestra sociedad, la escuela tiene una gran responsabilidad y un papel insustituible, ya que en sus manos está el impulsar que sus alumnos sigan aprendiendo y avanzando en sus programas curriculares y en el desarrollo de habilidades para la vida. De igual forma, le corresponde la tarea de digitalizar sus comunidades de padres y alumnos, de manera que se favorezca la socialización y con ello el bienestar emocional de las familias, al combatir el sentimiento de soledad en estos momentos de aislamiento y distancia física.
Por último, no quisiera dejar de mencionar que siempre las crisis son épocas de oportunidades. En este momento tenemos la oportunidad de demostrar el compromiso que tenemos con las familias que han confiado en nosotros, así como la oportunidad de capacitarnos y aprender el manejo de herramientas digitales para el aprendizaje, mismas que nos serán muy útiles ahora y cuando regresemos físicamente a las aulas. A más de eso, nuestros alumnos tienen la oportunidad de enfrentarse al trabajo desde casa y al trabajo online, mismo que será seguramente la manera de desenvolverse profesionalmente para muchos de ellos en un mundo en el que cada vez cobra más fuerza esta tendencia.
- https://news.un.org/es/story/2020/03/1471342